¿Están de moda las fronteras?
MUROS. Mucho más que un límite.
El historiador David Frye en su libro La civilización a través
de sus fronteras afirma que: “La civilización y las murallas van siempre de
la mano. No ha habido ningún otro invento en la historia de la humanidad que
haya desempeñado un papel más importante en la creación y en la configuración
de las civilizaciones” y, bien es cierto que, hoy en día no han pasado de moda.
El levantamiento de un muro significa división, es una forma
de establecer un límite entre personas, culturas, naciones, ideologías… Y
hablando de levantamiento de muros, quiero compartir un pensamiento bastante curioso
al que llegué hace poco, concretamente el pasado 9 de noviembre. Y es que, el
día en el que se conmemora la caída del muro de Berlín resulta coincidir con el
día en el que Estados Unidos se despertó con Donald Trump (quien tiene gran
afán por la construcción de muros) como ganador de las elecciones. ¿No resulta
paradójico?
Vamos a hacer un pequeño recorrido por la historia para
comparar ambas situaciones.
Bien, para poder comprender la historia sobre el Muro deBerlín, es necesario que nos situemos en el final de la Segunda Guerra Mundial.
Esta guerra fue ganada por el bando de los aliados (Unión Soviética, Estados
Unidos, Francia y Reino Unido), de tal modo que Alemania (vencida) y, en
consecuencia, Berlín, quedaron divididas en cuatro sectores.
A finales de ese mismo año, 1945, se produce el estallido de
la Guerra Fría, una guerra que marcaría una división prácticamente imborrable
en Alemania. Ahora existían dos Alemanias, la del comunismo y la del
capitalismo, la del Este y la del Oeste, una República Democrática (RDA) y una
República Federal (RFA).
Durante 16 años, Berlín tuvo una consideración especial y las
personas que la ocupaban procedían tanto de un lado de Alemania como del otro.
Sin embargo, poco a poco fue tomándose como medio de escape para la población
de la Alemania del Este hacia la del Oeste para buscar libertades políticas y
mejores condiciones de las que el régimen de Stalin les ofrecía. Esto era
posible ya que, en cierto modo, era una zona de libre circulación.
Tras tan numerosas huidas, la RDA vio mermar su población
casi en un 20%, lo que supuso una gran pérdida de buenos trabajadores para el
Régimen Comunista. Esta situación hacía peligrar el sustento del propio
régimen.
Y así, en agosto de 1961 se levantó un enorme muro de
cemento que dejaría a Berlín dividida en dos. Este muro será el conocido como
Muro de Berlín.
El levantamiento del muro se ejecutó de madrugada, sin previo
aviso, dejando a la mañana siguiente, no solo las dos Alemanias material y
físicamente divididas, sino también miles de familias, amigos, lugares de
trabajo o incluso hogares separados.
Se sucedieron continuas manifestaciones en contra
provenientes del Berlín del Oeste, no hacía falta indagar mucho para conocer el
descontento generalizado y cómo ello comenzaría a repercutir en las políticas
del bloque comunista.
El muro se mantuvo en pie durante 28 años, casi tres décadas
en las que cientos de personas trataron de cruzar al otro lado, al lado
occidental. La mayoría de los intentos se veían frustrados por los numerosos
espías que se encargaban de vigilarlo, aparte del propio trabajo que de por sí
hacían las vallas y los alambres.
No todos los intentos fueron fallidos, lo que sí que se
puede afirmar es que no cesaron en tratar de llegar al otro lado. Se
construyeron más de 60 túneles, se acomodaron vehículos para esconder a
personas dentro de los mismos mientras que cruzaban e incluso llegaron a
construir un globo. Cerca de 5.000 personas lograron cruzar, dato muy relevante
y esperanzador, pero teniendo también presente a los que no lo consiguieron y
fueron encarcelados o asesinados.
Junto con el fin de la Guerra Fría, llega también el final
del Muro de Berlín, es por ello que podemos decir que la caída del muro simboliza
y representa el fin de la Guerra Fría. En septiembre de finales de la década de
los ochenta, Hungría (estado comunista) anuncia que los refugiados de Alemania
del Este podrían cruzar su frontera y marchar hacia Alemania del Oeste, esto
debilitó el sentido del muro más todavía.
Continuaban las manifestaciones como modus operandi para
ejercer presión y, finalmente, el 9 de noviembre de 1989 en conferencia de
prensa transmitida en toda Alemania Oriental se anuncia que las restricciones
habían sido retiradas, con la resignación de la RDA.
Desde medianoche y durante las primeras horas del día
siguiente, una vez abiertos los accesos, los ciudadanos comenzaron a derribar
el muro como podían, con pinceles, picos… cualquier herramienta sumada a la
esperanza de abrazar a aquellos que se encontraban al otro lado era buena. Sin embargo,
ello no sería una tarea fácil y, de hecho, fue un proceso que continuaría
durante prácticamente un año.
Finalmente, con la caída del muro de Berlín comenzaría a su
vez la caída del régimen comunista.
Ahora seguimos con la paradoja que, a pesar de ser cuanto
menos curiosa, no nos debe resultar algo tan extraño puesto que a día de hoy el
mundo cuenta con más muros que nunca.
El afán de Donal Trump por construir un muro que separe la
frontera del norte de Méjico del sur de Estados Unidos se debe a la intención de
contener los flujos migratorios entre ambos. La construcción de dicho muro era
una de las promesas electorales del actual presidente, decía para evitar la
entrada al país tanto de drogas como de inmigrantes ilegales.
Dice El País: “Los 3.000 kilómetros de frontera entre México
y Estados Unidos son una red que une las historias de miles de mexicanos y
estadounidenses que han dejado un trozo de su vida en alguno de los dos lados.
Un muro, como el que propone el candidato republicano a la presidencia, Donald
Trump, es impensable para cualquiera que ha cruzado una garita hacia el norte.
El verdadero temor, dicen, está en las leyes migratorias que podrían restringir
el cruce de un millón de personas al día en la frontera.”
La realidad está en que el levantamiento del muro precisa de
un coste que oscila entre los 12.000 y los 40.000 dólares, los cuales deberán ser
pagados por Méjico en la forma establecida en el acuerdo entre EEUU, Canadá y
él mismo, el cual aún no ha sido ratificado. Y aunque, el presidente crea que
el nuevo acuerdo va a reducir el déficit comercial que Estados Unidos tiene
actualmente con Méjico, existe poca relación directa entre el déficit de un
país y las finanzas del gobierno (más información aquí).
A pesar de ello, mientras Trump esté en el gobierno no
parece que vaya a cambiar de idea, de modo que este proceso habrá que ir siguiéndolo
de cerca.
Y es que parece que los humanos no aprendemos de los errores
del pasado, por ello la historia resulta tan importante, porque hace ver dónde
fallamos y qué tenemos o no tenemos que hacer para que no vuelva a suceder. En fin,
como decía al comienzo, las fronteras, los límites, los muros están de moda y,
aunque algunos depositen en ellos su seguridad (o eso creen que hacen) otros
muchos lo sufren como un castigo, pero lo que sí que es igual para ambas
partes, recordando lo aprendido de Frye, es que estos muros hacen a las
personas, configuran civilizaciones y son parte tanto de ellas como de la
historia.
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